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domingo, 29 de noviembre de 2020

Neuronas de valor económico



Diré una perogrullada para muchos, pero es indiscutible que la toma de decisiones, un proceso que hacemos muchas veces al día, es imposible sin el cerebro. Si aún lo dudas, intenta tomar decisiones sin él. ¿Cómo? ¿Que algunos dirigentes sí pueden hacerlo? Eso es otra cuestión, merecedora de un largo debate en otros foros. En el mundo real, sin cerebro no es posible tomar decisiones de ningún tipo. De hecho, sin ciertas de sus neuronas, no podríamos tomar decisiones de índole económica, de esas que tan a menudo toman los dirigentes.

Ya en el siglo XVIII, los economistas Daniel Bernoulli, Adam Smith y Jeremy Bentham postularon que las decisiones económicas dependen de la computación por parte del cerebro de los valores subjetivos que atribuimos a las cosas. Estos valores se adquieren, en primer lugar, con las experiencias cotidianas, y se codifican y almacenan en alguna parte del cerebro. Al enfrentarnos de nuevo a los mismos estímulos, la codificación de los valores atribuidos a ellos con anterioridad permite su comparación y que podamos decidir, por ejemplo, si preferimos las naranjas a las manzanas, o viceversa.

Esta hipótesis es tenida por cierta, pero hasta ahora no ha podido ser probada científicamente. Probar esta hipótesis de manera científica suponía identificar las neuronas que son responsables del almacenamiento y computación de los valores atribuidos a las cosas y su manipulación de alguna forma. Si esta manipulación conduce a un cambio en las preferencias establecidas, quedaría probada la relación causal entre la actividad de esas neuronas y la toma de decisiones en un sentido u otro. Esto constituiría una prueba científica de la relación causa-efecto.

Hasta el momento, esto no se había conseguido. Solo se ha podido comprobar que determinadas regiones del cerebro parecen ser las principalmente involucradas en la toma de decisiones de índole económica, es decir, decisiones que no involucran tanto a las emociones personales como a lo que estimamos más valioso desde el punto de vista material.

Los estudios anteriores indican que las neuronas involucradas en las decisiones económicas deben localizarse en la región del cerebro que se sitúa justo encima de los ojos. En esa región debería haber neuronas particulares que codifican y almacenan los valores que otorgamos a cosas concretas, como, por ejemplo, el valor otorgado al chocolate o el otorgado al zumo de naranja. Igualmente, las neuronas de esa región almacenarían los valores atribuidos a las cantidades de las diversas cosas que podemos escoger, y que permiten que decidamos si inclinarnos por tomar una pequeña tableta de chocolate o un gran vaso de zumo de naranja, o viceversa. Como ya hemos apuntado, para intentar confirmar que la actividad de esas neuronas es la causante de que tomemos una u otra decisión, sería necesario modificar su actividad de manera artificial y comprobar que eso conduce a un cambio en la toma de decisiones.

Manipulación de las decisiones

Para intentar dar con esas neuronas, un grupo de investigadores franceses y estadounidenses ha llevado a cabo varios experimentos con una especie de mono macaco (Macaca mulata), puesto que no es éticamente posible realizarlos con seres humanos. En estos experimentos, los investigadores implantaron en los animales finísimos electrodos en la región del cerebro situada por encima de los ojos. Los electrodos permitieron registrar la actividad de neuronas particulares cuando se permitía a los monos hacer una elección como, por ejemplo, elegir entre zumo de manzana o zumo de uva. A los monos les gusta mucho el zumo de frutas, aunque no todos los zumos son iguales para ellos y los distintos sabores son clasificados en un ranking particular en el cerebro de cada animal. En este sentido, –como por desgracia en tantos otros–, monos y humanos somos indistinguibles.

Antes de implantar los electrodos, los monos fueron entrenados para elegir con la mirada el tipo de zumo que preferían, tras lo cual el zumo elegido les era administrado. La elección no era siempre fácil para ellos, ya que se les presentaban diferentes cantidades de zumos de distintos sabores. En esas ocasiones, el animal debía decidir si escoger mayor cantidad de peor sabor, o menor cantidad de un sabor más apetecible. Con estos experimentos, los investigadores establecieron el ranking de preferencia de zumos de los animales.

Una vez hecho esto, los electrodos fueron implantados y utilizados para administrar pequeñas corrientes eléctricas a los cerebros de los animales. Estas corrientes podían ser muy leves, lo que afectaría a la actividad de las neuronas sutilmente, o corrientes algo más fuertes. Estas causarían una distorsión más importante en el funcionamiento neuronal y podrían afectar más intensamente a la toma de decisiones.

Las corrientes fueron administradas mientras cada animal debía elegir entre dos cantidades de dos zumos diferentes. Los electrodos podían además estimular diferentes neuronas, cada una de ellas responsable de codificar un valor para cada tipo de zumo. Los investigadores comprobaron que, si ambas neuronas se estimulaban de manera simétrica, las decisiones eran afectadas en menor grado que si eran estimuladas de forma asimétrica, es decir, si una neurona era estimulada más fuertemente que la otra.

En aún otro experimento, a los monos se les presentó primero un tipo de zumo y luego, otro, antes de que pudieran tomar su decisión. Si se estimulaba a las neuronas adecuadas entre la presentación del primer tipo de zumo y el segundo, la toma de decisiones se veía también muy afectada.

Estos experimentos han permitido identificar con precisión en el cerebro de los animales dónde están situadas las neuronas implicadas en la toma de decisiones. Estas neuronas se encuentran también en nuestros cerebros, y son las responsables de que muchas personas con problemas neurológicos tomen decisiones inadecuadas que les resultan perjudiciales. De acuerdo con los autores del estudio, esta región cerebral y sus neuronas participa también en la toma de decisiones de la importancia de qué carrera estudiar o con quien casarse. Comprender mejor los factores que afectan a su funcionamiento, por ejemplo, los nutrientes, drogas o fármacos que puedan afectarlas en mayor grado, puede sin duda resultar de ayuda para evitar equivocarnos y las terribles consecuencias que a veces las equivocaciones acarrean.

Referencia: Ballesta, S., Shi, W., Conen, K.E. et al. Values encoded in orbitofrontal cortex are causally related to economic choices. Nature (2020). https://doi.org/10.1038/s41586-020-2880-x

Jorge Laborda 29 de noviembre de 2020

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