El consumo incluso moderado de
alcohol aumenta el riesgo de cáncer
De una u otra forma, las drogas
psicotrópicas –las que actúan sobre el sistema nervioso central–, han
acompañado a la humanidad durante miles de años. Parece que sin estas drogas la
vida posee menos interés, no sea que la encontremos demasiado racional y fría
por pensar lúcidamente en exceso. Tal vez la primera droga utilizada fuera el
alcohol etílico, producido de forma natural como indeseable excremento
molecular de las levaduras en el proceso de la fermentación de los azúcares. En esta vida, los excrementos de unos son siempre aprovechados por otros.
Que se lo digan, si no, a los escarabajos peloteros.
La investigación científica ha desvelado
que el alcohol es un potente psicótropo que actúa sobre los receptores neuronales
del ácido gamma amino butírico (GABA, para los amigos) y favorece su
activación. A pesar de su nombre, el GABA es una molécula relativamente
sencilla, relacionada con el familiar butano, aunque este no posea actividad
psicótropa alguna, menos mal. El GABA actúa como inhibidor de la actividad de
algunas sinapsis neuronales, la cual es necesaria para alcanzar un correcto
equilibrio en el funcionamiento del sistema nervioso. La falta de GABA –por
ejemplo por deficiencia de vitamina B6, que es necesaria para su producción–,
causa convulsiones, e incluso la muerte por ausencia de inhibición neuronal.
El alcohol no es una droga sin
importancia, ya que otras sustancias que actúan sobre los mismos receptores que
él son los barbitúricos y las benzodiacepinas, las cuales no creo que pueden
comprarse legalmente sin receta, ni siquiera en un bar. La acción de todas estas
sustancias incrementa la inhibición inducida por los receptores GABA, lo que
disminuye demasiado el funcionamiento de algunas neuronas. En el caso del
alcohol, esto se traduce en curiosas experiencias, que incluyen euforia
temporal, mareos, somnolencia, confusión, alucinaciones, y disminución de los
reflejos (en resumen, los mismos síntomas que algunos experimentan tras ganar
unas elecciones). En dosis muy elevadas, el alcohol puede llevar al coma y a la
muerte, y esto incluso sin conducir un vehículo bajo sus efectos.
BENEFICIOS Y RIESGOS
Puesto que el consumo continuado de
alcohol es muy generalizado en nuestra civilización, numerosos estudios han analizado
sus efectos para la salud a largo plazo. Uno de los hechos desvelados por estos
estudios es el ya bien conocido efecto beneficioso para la salud cardiovascular
que el consumo moderado de alcohol conlleva. Sin embargo, estos beneficios
pueden ser anulados por otros riesgos asociados con el consumo de alcohol, que
incluyen aumento de la probabilidad de sufrir traumatismos –relacionados con
accidentes de tráfico o no–, enfermedad hepática, y daño cerebral, sobre todo
en la adolescencia y durante el desarrollo fetal, en el caso de madres
consumidoras. Considerando todos los factores, el consumo de alcohol no es un
factor protector, sino de riesgo para la salud, y se estima que su consumo
causa el 4% de todas las muertes en el mundo.
En
este sentido, durante las pasadas décadas, algunos trabajos de investigación han
demostrado que el consumo de alcohol está asociado a una mayor incidencia de
determinados tipos de cáncer, que incluyen los de la cavidad oral, faringe,
laringe, esófago e hígado. Estudios más recientes han encontrado también una
asociación positiva entre el consumo de alcohol y los cánceres de colon y de mama.
Una dificultad para interpretar los datos
de estos estudios es que si el alcohol causa cáncer, es necesario que esta
sustancia modifique o ayude a modificar químicamente el ADN, ya que el cáncer
es una enfermedad causada por mutaciones en los genes que controlan el
crecimiento celular. De esto no hay ninguna duda. El mecanismo por el que el
alcohol puede ayudar a mutar los genes se encuentra aún bajo estudio, pero es
posible que su metabolismo ayude a generar radicales libres o sustancias
oxidantes que acaban por dañar al ADN.
PÉRDIDA DE VIDA
Sea como fuere, es conveniente seguir
realizando estudios epidemiológicos para intentar zanjar la cuestión de los
efectos del alcohol sobre el desarrollo del cáncer y sus efectos sobre la
pérdida potencial de años de vida que podría causar. Esto es lo que han
pretendido investigadores estadounidenses y franceses, los cuales utilizan dos
métodos diferentes para estimar el riesgo de cáncer atribuible al consumo de
alcohol, y realizan un exhaustivo análisis de los datos acumulados hasta la
fecha sobre este tema.
Los resultados de este trabajo,
publicados en la revista American Journal of Public Health (revista estadounidense de salud pública) indican que el
consumo de alcohol causa del 3,2% al 3,7% de todas las muertes por cáncer. De
estas, la mayoría son por cáncer de mama en mujeres (alrededor del 60% de todos
los cánceres atribuibles al alcohol), y por cáncer de esófago en hombres
(alrededor del 65%). Cada muerte por cáncer causada por el alcohol conlleva una
pérdida de 17 a 19 años de vida potencial. Lo más preocupante es que los
investigadores confirman que el consumo diario de solo 20 gramos o menos de
alcohol (menos de dos copas de vino diarias), causa del 25 al 36% de todas las
muertes por cáncer relacionadas con el alcohol.
Los investigadores concluyen que no
parece existir un nivel de consumo de alcohol exento de riesgo de generar
cáncer, y que reducir el consumo de alcohol no solo ayuda a prevenir accidentes
de tráfico, sino también a prevenir esa terrible enfermedad. Algo en lo que
pensar antes de beber demasiado alegremente.
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