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La falta de sueño modifica el funcionamiento de
cientos de genes
El pasado día 15 de marzo se celebró el día
mundial del sueño, cuya falta es uno de los males de la civilización occidental.
Numerosos estudios indican que no dormir bien y la desorganización de los
ritmos circadianos (los ritmos de día y noche) que conlleva están asociados a
numerosos problemas de salud, entre los que se encuentran obesidad, diabetes,
enfermedades cardiovasculares, dificultades cognitivas y una mayor mortalidad
por cualquier causa.
GENES Y RITMO
La forma en que la falta de sueño ejerce estos
efectos en el ser humano no es bien conocida. Estudios con animales sugieren
que la privación de sueño va acompañada de cambios en el funcionamiento de numerosos
genes cerebrales. Entre los genes cuyo funcionamiento se ve aumentado se
encuentran algunos que afectan a la plasticidad de las sinapsis (las conexiones
neuronales), la cual está implicada en la memoria y en las capacidades
intelectuales. Entre los genes que disminuyen su funcionamiento se encuentran
algunos implicados en la producción de energía a partir de los alimentos.
Los estudios con animales también han
demostrado que, si duermen normalmente, alrededor del 8% de los genes
cerebrales modifican su funcionamiento de acuerdo a un ritmo circadiano. La
privación de sueño reduce este porcentaje a solo el 1,5%, lo que supone una
reducción muy importante.
Aunque el cerebro es el órgano que genera los
estados de sueño y vigilia, otros interesantes estudios, realizados también con
animales de laboratorio, han revelado que los cambios en el funcionamiento de
los genes no solo suceden en este órgano, sino también en otros, en particular en
el hígado, cuyos genes se ven incluso más afectados que los del cerebro.
No obstante, los estudios realizados con
animales a los que generalmente se priva de sueño de forma aguda (una o incluso dos noches sin dormir) no
simulan bien la situación humana, ya que pocas personas dejan de dormir noches
enteras. En nuestro caso, es mucho más común dormir un tiempo insuficiente cada
noche. Por esta razón, se han realizado también estudios en los que se impide
dormir normalmente a los animales, pero no se les priva completamente de sueño.
Estos estudios han demostrado que los ritmos circadianos de los genes del
hígado se ven más fuertemente afectados así que en el caso de privación aguda
de sueño. En resumen, podemos decir hoy que tanto la falta aguda como crónica de
sueño afecta al funcionamiento y a la periodicidad diaria de cientos de genes
en cerebro e hígado.
SANGRE Y SUEÑO
En el caso humano, hasta la fecha no se han
llevado a cabo estudios similares, entre otras cosas, comprensiblemente, por
falta de voluntarios que, además de dormir poco, consientan en que les
extraigan partes de cerebro y de hígado cada pocas horas para analizar qué
genes han visto modificado su comportamiento. Las cosas cambiarían si acaso las
células de la sangre también mostraran cambios en el comportamiento de los
genes. Los voluntarios, sin duda, se dejarían extraer muestras de sangre para
su análisis sin demasiados problemas. Algunos estudios sugieren que los cambios
en el funcionamiento de los genes de la sangre son un fiel reflejo de lo que
sucede en todo el organismo. ¿Sucederá lo mismo en el caso de la falta de sueño
en el ser humano?
Investigadores de la Facultad de Medicina de
la Universidad de Surrey, en el Reino Unido, han abordado este tema de estudio
y publican sus resultados el último número de la revista Proceedings de la Academia de Ciencias de los EE.UU. Estos
investigadores sometieron a varios voluntarios a dos tratamientos diferentes.
En el primero (grupo control) se les dejó dormir por un máximo de diez horas
durante una semana, al final de la cual se les privó de sueño por una noche. En
el segundo (grupo privado de sueño), se les dejó dormir un máximo de seis horas
por noche y al final de la semana se les privó igualmente de sueño por una
noche. A los voluntarios se les extrajo muestras de sangre periódicamente y se
analizó, mediante la tecnología de microchips de ADN, los genes que se
encontraban funcionando en las células sanguíneas.
La restricción de sueño modificó el
funcionamiento de numerosos genes de la sangre. Así, vieron disminuido su
funcionamiento genes implicados en el metabolismo del ADN, mientras que lo aumentaron
genes relacionados con la respuesta al estrés. Además, los investigadores
encontraron que la falta de sueño afectó al ritmo circadiano de muchos genes.
En condiciones de sueño normal, 1.855 genes (8,8% del total) funcionaron de
acuerdo con un ritmo circadiano. En condiciones de privación de sueño, solo
1.481 genes (6,9%) mantuvieron dicho ritmo. Por último, los genes con ritmo
circadiano difirieron, ya que solo 793 lo mantuvieron en las dos condiciones
estudiadas, pero 688 fueron circadianos únicamente en condiciones de privación
de sueño. Esto indica una profunda desregulación de los ritmos circadianos causada
por la falta de sueño en los genes de la sangre.
Así pues, estos estudios demuestran que la
razón por la que la falta de sueño puede incidir en tan numerosos problemas de
salud es el cambio en el funcionamiento de una gran variedad de genes. Queda,
no obstante, por averiguar, desde el punto de vista molecular, cómo la falta de
sueño incide en el funcionamiento de dichos genes. Tal vez averiguarlo permita
desarrollar fármacos que puedan paliar los serios problemas de salud asociados
al insomnio.
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