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http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/5/59/Solenopsis_invicta_casent0104523_profile_1.jpg/752px-Solenopsis_invicta_casent0104523_profile_1.jpg |
Estos estudios revelan la importancia de
mantener juntos equipos de genes
Un día de la década de 1930, un barco
proveniente de América del Sur atracó en el puerto de Mobile, Alabama, USA.
Además de la tripulación, el buque transportaba polizones: una colonia de
hormigas rojas de la especie Solenopsis
invicta, las cuales, por supuesto, también se alegraron al tocar tierra
firme. Desde ese día, esta especie de hormiga se ha convertido en una peste en
el sur de los Estados Unidos. Otros viajes similares la han transportado a
Australia, China, Tailandia, Taiwan y Las Filipinas. Muy agresiva, S. invicta compite con éxito con otras
especies de hormigas, y sus hormigueros son muy dañinos para algunas cosechas.
Sin embargo, de no ser por este
desembarco hoy sabríamos menos de ciencia. El estudio de estos interesantísimos
insectos se está revelando de lo más fructífero para comprender muchos
misterios de la evolución, entre ellos, la evolución de la interacción social y
la evolución de los cromosomas sexuales. Veamos por qué.
MONARQUÍA U OLIGARQUÍA
Curiosamente, la hormiga S. invicta adopta dos formas de
colonias sociales: las primeras con solo una reina (llamadas monoginas), y las
segundas con múltiples reinas (llamadas poliginas). Hace unos años se descubrió
que este diferente comportamiento estaba asociado a la variación génica de un
solo sitio, o locus, en uno de sus cromosomas. Este locus contenía un gen,
llamado Gp-9, que produce un receptor olfativo. Al parecer, la calidad del olor
que detectan las obreras les impide tolerar a más de una reina –matan a las
otras–, en un caso, pero les permite tolerar a varias en el otro. Para estas
hormigas, la monarquía o la oligarquía es solo cuestión de olfato aunque, en
ambos casos, el verdadero poder lo ostentan las obreras.
Como siempre, en ciencia suele
haber detrás mucho más de lo que nos olemos. Otros estudios demostraron que la
monoginia o poliginia de las colonias de S.
invicta depende de la presencia o no en su genoma de dos copias idénticas
del gen Gp-9 en sus parejas de cromosomas. Existen dos variantes de este gen,
que se denominan B y b. Las hormigas que poseen dos cromosomas con la misma
variante B (que llamaremos BB) forman colonias con una reina. Al contrario, las
hormigas que poseen una variante B y otra b (que llamaremos Bb) forman colonias
con varias reinas. Sin embargo, y esto es para quitar el aliento a la
curiosidad, estas últimas colonias de hormigas solo aceptan múltiples reinas si
son de su mismo tipo, es decir, del tipo Bb. Si por casualidad una reina del
tipo BB pretendiera usurpar el poder de esa colonia no podría, ya que las obreras
la detectarían por el olor y la matarían con sus terribles aguijones.
¿Qué sucede con las hormigas del
tipo bb? Y bien, estas hormigas son inviables, es decir, mueren en algún
momento de su desarrollo, por lo que no existen reinas bb ni obreras bb.
SEXO Y SOCIEDAD
Los investigadores eran, no obstante, reacios a conceder tanto poder a un solo gen. Estudios recientes,
publicados en la revista Nature
revelan, en efecto, que estas diferencias de comportamiento social, aunque se
heredan como si residieran en un solo gen, de hecho residen en una amplia
región cromosómica que contiene cientos de genes, y que, por mecanismos
genéticos complejos que impiden la mezcla –la recombinación– de regiones de ADN
similares entre los cromosomas de la misma pareja, se hereda como si se tratara
de un gen único.
Estas características genéticas confieren
a esta región cromosómica del genoma de la hormiga unas interesantes
propiedades. En primer lugar, convierten a la región B en una región genética
que promueve la cooperación entre las reinas que poseen solo una copia de esta
variante, pero no las dos. Las obreras BB matan a todas las reinas BB menos a
una, y las hormigas Bb matan también a las reinas BB, por lo que la cooperación
entre reinas BB no es posible. Solo lo es entre reinas Bb.
En segundo lugar, es interesante
comprobar que esta región cromosómica de S.
invicta funciona de manera similar a los cromosomas sexuales. En general, las
hembras de los animales poseen dos copias del cromosoma X (XX, similares a las
colonias BB), pero los machos poseen un
cromosoma X y otro Y (XY, similares a las colonias Bb). Las colonias bb no son
viables, como tampoco lo son los individuos YY.
Esta similitud, junto con el diferente
comportamiento y función reproductora de machos y de hembras, y el diferente
comportamiento social y cooperativo de ambos tipos de colonias de hormigas,
revela la importancia de los mecanismos genéticos por los que las especies
pueden mantener juntos, en un mismo cromosoma o en una región de uno de ellos,
a muchos genes que participan juntos en la generación del sexo, en nuestro caso,
o de un diferente comportamiento social, en el caso de las hormigas, y tal vez participen
también en otros fenómenos biológicos aún por determinar. En todo caso, resta
todavía desvelar por qué es tan importante para S. invicta contar con este mecanismo genético de control del
comportamiento social, como también es necesario desvelar cómo la
diferenciación sexual inició sus pasos durante la evolución para
proporcionarnos tantos regodeos y desazones como nos proporciona hoy el sexo.
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