Cuándo
comes lo que comes puede afectar a tu peso
Quien sepa que existen otros deportes además
del fútbol tal vez conozca que el sumo no es sólo un pontífice, sino un deporte
de lucha japonés que consiste en expulsar al oponente a empujones fuera de un
círculo de varios metros de diámetro. La habilidad y, sobre todo, la fuerza y
la masa corporal son imprescindibles para tener éxito en esta actividad. Por
esta razón, además de por seguir antiguas tradiciones, los luchadores profesionales
de sumo mantienen un estricto régimen alimenticio en el que ingieren una única y copiosa comida al día. Este régimen parece estimular la ganancia de peso,
necesaria para la victoria.
Esta modalidad de alimentación se basa en
la idea de que ingerir el mismo número de calorías en varias comidas no resulta
tan eficaz para engordar como engullirlas todas de golpe. La obesidad de los
luchadores de sumo no dependería solo de la cantidad de alimentos que comen,
sino también de cómo y cuándo los comen.
A pesar de lo anterior, el creciente
problema de obesidad que sufre el mundo desarrollado ha sido, en general, exclusivamente
atribuido a la ingesta de un excesivo número de calorías. Sin embargo, los
experimentos que estudian los efectos de dietas ricas en calorías
sobre la obesidad, en los que se permite comer a animales laboratorio lo que
deseen y cuando lo deseen, normalmente rompen el ritmo normal de su alimentación,
lo que entra en conflicto con los naturales ritmos circadianos y podría afectar
al desarrollo de la obesidad al igual que el exceso de calorías. Hasta ahora,
estos experimentos no habían abordado la cuestión de si una idéntica cantidad
de calorías, ingeridas en distintos momentos a lo largo del día, contribuye o
no a la ganancia de peso.
RATONES VAN DE CENA
Para intentar averiguarlo, un grupo de
investigadores de la Universidad de California, en EE.UU., ha llevado a cabo un
interesante y simple experimento con ratones de laboratorio, que publican en la
prestigiosa revista Cell Metabolism. Los ratones fueron divididos en dos
grupos. Al primer grupo se le administró una dieta rica en calorías, la cual
podían comer sin restricciones en cualquier momento del día o de la noche. Al
segundo grupo se el administro la misma dieta, pero solo se les permitió comer
durante ocho horas diarias, en realidad, durante ocho horas nocturnas, ya que
la noche es el principal periodo de actividad de los ratones.
Lo primero que los investigadores
constataron fue que a pesar de la restricción impuesta al segundo grupo este
ingería el mismo número de calorías que el primero, es decir, durante las ocho
horas nocturnas estos animales comían mucho más frecuentemente que los
primeros. Sin embargo, esta diferente forma de ingerir el mismo número de
calorías acarreaba muy diferentes consecuencias respecto a la obesidad y al
perfil metabólico de los animales.
Al contrario de lo que sucede con los luchadores
de sumo, la ingesta restringida a las ocho horas nocturnas se asoció a un menor
desarrollo de obesidad en los ratones. Por otra parte, los niveles de algunas
hormonas metabólicas clave difirieron también entre los dos grupos de animales.
El grupo restringido a comer solamente por la noche mostró menores niveles de
insulina, lo que se asoció a una mejor tolerancia a la glucosa. Este grupo
también mostró menor resistencia a la hormona leptina, producida por el tejido
adiposo y muy importante para controlar adecuadamente el apetito. La patología
hepática, en particular el desarrollo de hígado graso, fue también menor, como
fueron igualmente menores las patologías relacionadas con procesos
inflamatorios, que pueden afectar al desarrollo de enfermedades cardiovasculares,
como la ateroesclerosis.
SIN PERDER EL RITMO
El análisis de los ritmos circadianos de
ambos grupos de animales también reveló algunas sorpresas. Los animales que
podían comer sin limitación de tiempo mostraron ritmos circadianos poco pronunciados,
con escasa diferencia entre el día y la noche. Esto, sin embargo, no sucedió en
el grupo de animales con tiempo de ingesta restringido al horario nocturno, que
mostraron ritmos circadianos más pronunciados. La amplitud de los ritmos
circadianos estuvo, además, asociada a cambios en el funcionamiento de
importantes genes que controlan el metabolismo y que, por tanto, gestionan el
consumo energético.
Los investigadores no tienen aún
respuestas para todas las preguntas que este estudio suscita, en particular,
por qué el funcionamiento de los genes se ve afectado por el tiempo y forma de
la ingesta calórica. Especulan con la idea de que es necesario un periodo de
ayuno para inducir el funcionamiento correcto de algunos genes que regulan el
gasto y almacenamiento de energía, pero la manera en que eso sucede es un
completo misterio.
En todo caso, estos estudios indican que
para evitar la obesidad no solo es importante limitar la ingesta de calorías,
sino también comer en los momentos más adecuados del día, que posiblemente
coincidan con los de las principales comidas, aunque esto está por determinar.
Estudios realizados con voluntarios serán necesarios para averiguar con
precisión en el ser humano cuándo es más adecuado comer para engordar lo menos
posible, aun ingiriendo la misma cantidad de calorías, lo que, sin duda, hará
la vida un poco más agradable a muchas personas.
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