Un nuevo fármaco puede ayudar a recuperar el
oído
Es conocido que nuestro sentido del oído
depende de las vibraciones que los sonidos generan en el tímpano. La función del
tímpano es la de transmitir las vibraciones desde el aire a los tres huesecillos
del oído medio, los llamados martillo, yunque y estribo. Los tres huesecillos
unidos uno con otro no miden más de 18 mm. Son los huesos más pequeños del
organismo humano.
En respuesta a las vibraciones del
tímpano, los huesecillos vibran a su vez y transmiten estas vibraciones hasta la
llamada ventana oval, una membrana que reviste la entrada de la cóclea, la cual
consiste en una cavidad ósea en forma de caracol, rellena de líquido. El
estribo es el encargado de establecer el contacto con esta membrana y trasmitir
las vibraciones de los huesecillos al líquido que rellena la cóclea.
La cóclea contiene una estructura
especializada, llamada órgano de Corti, encargada de responder a las vibraciones
trasmitidas por los huesecillos al líquido coclear. El órgano de Corti posee varias
hileras de células ciliadas, con numerosas vellosidades en su superficie similares
a cilios bacterianos, que se mueven al son de las vibraciones del líquido que
las baña. Estas vibraciones mecánicas son transformadas en una señal bioquímica
de un modo verdaderamente maravilloso. Los cilios, al vibrar, actúan sobre ciertas
proteínas de la membrana celular, las cuales abren unos canales por los que
pueden pasar átomos cargados, en particular calcio y potasio. El paso de estos
átomos cargados, que solo se produce en respuesta a las vibraciones de los
cilios, origina un cambio de potencial eléctrico entre las dos caras de la
membrana celular. Este cambio se traduce en la liberación de un neurotransmisor
que estimula las células de los nervios auditivos, los cuales envían la señal
al cerebro.
Toda esta compleja cadena de
acontecimientos, que sucede a cada vibración de nuestros tímpanos, puede
deteriorarse con el tiempo, lo que conduce a un mayor o menor grado de sordera.
La causa más común de la misma es la degeneración y muerte de las células
ciliadas en el órgano de Corti. Dicha degeneración puede estar causada por
sonidos intensos, por sustancias tóxicas, o simplemente por edad avanzada.
A diferencia de lo que sucede en peces,
reptiles, anfibios y aves, los cuales pueden regenerar las células ciliadas si
las han perdido, los mamíferos, incluido el ser humano, son incapaces de la
misma proeza. Una vez muertas, las células ciliadas humanas no se pueden volver
a generar, por lo que la sordera causada por su pérdida parece irreversible.
La investigación biomédica ha intentado
paliar el problema de la sordera de varias maneras. Una de ellas es, por
supuesto, intentar estimular la regeneración de las células ciliadas perdidas. La
investigación continúa para identificar los precursores celulares de las
células ciliadas, sus células madre, e intentar trasplantarlos en pacientes
sordos, con la esperanza de que dicho trasplante regenerará al menos parte de
las células ciliadas perdidas.
Afortunadamente, la investigación en
células madre ha revelado interesantes fenómenos que han intentado ser
explotados para regenerar las células ciliadas. Uno de ellos es un hecho
fundamental en la biología de dichas células madre. Se trata de que estas
poseen mecanismos que les permiten perdurar en el tiempo sin convertirse en
células adultas diferenciadas, es decir, a menos que las células madre reciban
algunas señales por parte de otras células, o en particular dejen de recibir
algunas otras, lo que indica la pérdida de células adultas vecinas, las células
madre no se reproducen ni maduran a células adultas de los diferentes tejidos u
órganos.
Una de las señales más importantes que
evita la maduración celular es una vieja conocida para mí. Se trata de la señal
que envían unos receptores de la membrana de las células llamados Notch. Estos
receptores, que se encuentran desde los gusanos al ser humano, son activados
por contactos directos entre células vecinas. Su activación impide la
maduración de las células madre; sin embargo, si dicha señal deja de emitirse
las células maduran.
Investigadores de la Facultad de Medicina
de la Universidad de Harvard, en Boston, USA, decidieron estudiar si tal vez
las células ciliadas eran incapaces de regenerarse en los mamíferos debido a
una continuada señal de los receptores Notch en sus células precursoras, que
aves y anfibios sí serían capaces de inhibir. La implicación de los receptores
Notch en importantes patologías, que incluyen numerosos tipos de cáncer, ha
espoleado el desarrollo de fármacos inhibidores, algunos de los cuales se han
intentado utilizar en la clínica, y son utilizados cotidianamente con fines
experimentales en cientos de laboratorios del mundo, incluido el mío. Uno de
estos fármacos es el llamado LY411575.
Los investigadores trataron con este
fármaco a ratones a los que se había hecho perder el oído a base de fuertes
sonidos repetidos, como los que probablemente pueden oírse en algunas empresas
de la construcción o de la cuchillería de Albacete. El tratamiento resultó
efectivo. Tres meses después, los ratones habían recuperado buena parte del oído
perdido, gracias a la regeneración de las células ciliadas.
Será difícil hacer oídos sordos a una
noticia tan prometedora para los cientos de millones de personas que padecen
algún grado de sordera. Desgraciadamente, habrá que esperar aún varios años, en
el mejor de los casos, antes de oír que este u otro fármaco mejorado está
disponible en la farmacia.
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