Una infusión de heces puede
acabar con diarreas recurrentes
La
diarrea es causa común de mortalidad en los países en desarrollo, y la segunda
causa de mortalidad infantil en el mundo. La pérdida de fluidos por diarrea
puede causar deshidratación y desequilibrio de las sales minerales del plasma
sanguíneo como, por ejemplo, desequilibrio de potasio, que puede afectar al
funcionamiento del corazón.
La
cultura popular atribuye la causa más frecuente de diarrea a la ingesta de
alimentos en mal estado, tal vez contaminados con bacterias que afectan a la
absorción y a la motilidad intestinal. Sin embargo, en los países
desarrollados, una causa frecuente de diarrea puede ser el tratamiento de
infecciones con antibióticos.
El
tratamiento con antibióticos puede acabar con la bacteria que causa una
enfermedad, lo que ha salvado millones de vidas, pero también acaba con miles
de millones de bacterias de la flora intestinal que tapizan las paredes de los
intestinos. Al desaparecer las bacterias de la pared intestinal, estas dejan
espacio libre en el intestino, el cual puede ser colonizado por bacterias menos
amigables que las eliminadas por los antibióticos. Clostridium difficile es una de estas bacterias, relativamente común
en hospitales y residencias de ancianos, donde sobrevive en forma de esporas, y
cuya infección causa diarreas severas en algunos pacientes.
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Clostridium difficile |
DURA DE MATAR
Clostridium difficile debe su nombre a que cuando
esta bacteria se identificó, en 1935 (aunque en ese momento se desconocía que
pudiera causar diarreas), resultó muy difícil conseguir hacerla crecer en una
placa de cultivo bacteriano en el laboratorio. Sin embargo, Clostridium difficile no parece
encontrar muchas dificultades para crecer en el colon de las personas, sobre
todo cuando la flora intestinal ha sido decimada por antibióticos. Paradójicamente,
para eliminarla, y curar así la inflamación severa y diarrea que causa, es
necesario tratar de nuevo con antibióticos, en particular con metronidazol o
con vancomicina.
El tratamiento
con estos antibióticos no resulta siempre eficaz, y del 15% al 26% de las
personas afectadas sufren diarrea recurrente debido a que Clostridium ha resistido al efecto de los antibióticos. El tratamiento
repetido con más antibióticos no consigue sino incrementar esta resistencia en
muchos casos, lo que agudiza el problema. Esto deja a pacientes y doctores
desarmados frente al avance imparable de Clostridium
difficile, el cual, ahora sí, hace honor a su apellido, no porque sea difícil
de crecer sino, al contrario, porque resulta difícil de erradicar, lo que puede
llegar a causar la muerte.
Cuando
a finales de los años 50 del pasado siglo se sospechó por primera vez que la
causa de algunas diarreas se debía al tratamiento con antibióticos y a la
eliminación de la flora intestinal, los doctores más inspirados supusieron que
tal vez si la flora intestinal pudiera reemplazarse, las diarreas recurrentes
desaparecerían. En 1958, Eisenman y colaboradores publicaron un primer artículo
en el que describían que la irrigación anal con materia fecal procedente de un
donante sano (lo que supuestamente ayudaba a reemplazar la flora intestinal) podía
resultar eficaz en el tratamiento de la diarrea inducida por antibióticos. A
partir de esa fecha, se han ido publicando aquí y allá otros artículos médicos
que describen casos clínicos en los que el trasplante de materia fecal, en
particular mediante un tubo introducido vía nasal hasta el colon, ha resultado
eficaz para tratar las diarreas causadas por Clostridium difficile, bacteria que fue científicamente confirmada como causa de diarreas severas solo en 1978.

DEMOSTRACIÓN
CIENTÍFICA
Sin
embargo, aunque la casuística puede ser indicativa, no es suficiente para
demostrar la eficacia de un tratamiento tan aparentemente anodino como
introducir heces por la nariz. Casos sonados ha habido en los que un supuesto
tratamiento eficaz se ha demostrado no ser superior al tratamiento mediante un
placebo. Por esta razón, se hace siempre necesaria la realización de estudios
controlados en los que la eficacia de diferentes tratamientos se compara entre
sí en muchos pacientes. Esto es lo que ahora han llevado a cabo, finalmente, un
nutrido grupo de doctores y científicos holandeses, quienes publican sus
resultados en la prestigiosa revista médica New
England Journal of Medicine.
Los
investigadores compararon tres tratamientos: infusión nasal de heces
procedentes de 15 donantes sanos, precedida por tratamiento con vancomicina y
lavado intestinal; tratamiento con vancomicina sola; o tratamiento con
vancomicina y lavado intestinal. Los resultados de este estudio demostraron que
la infusión de materia fecal resultó mucho más eficaz que los otros
tratamientos. El 94% de los pacientes fueron curados mediante este procedimiento,
mientras que solo lo fue el 27% de los pacientes tratados con vancomicina sola.
De hecho, los pacientes que no pudieron ser curados con vancomicina fueron
sometidos a trasplante fecal, que consiguió curar a la gran mayoría. La
diversidad de la flora intestinal, es decir, las especies bacterianas de la
misma, se incrementó de manera importante tras este tratamiento.
Estudios
previos han demostrado que la flora intestinal puede afectar a la obesidad, a
la diabetes, o incluso a nuestro estado de ánimo. El trabajo de investigación
aquí descrito abre la puerta a nuevas investigaciones que intentarán determinar
si el trasplante de heces puede mejorar o paliar también otras enfermedades en
las que la flora intestinal parece desempeñar un importante papel. Son, como
casi todas las de ciencia, buenas e interesantes noticias.
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