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domingo, 1 de noviembre de 2020

COVID-19 y las interleucinas de Dublín y Boston




Ya antes de que apareciera la pandemia, era de la opinión de que debían realizarse esfuerzos nacionales e internacionales de investigación coordinados, enfocados a resolver problemas muy concretos y a comprender aspectos determinados de la realidad con la mayor profundidad posible. Pensaba que lo aprendido para resolver un problema o lo comprendido sobre un aspecto concreto de la realidad nos ayudaría en el futuro a resolver mejor otros problemas y a comprender con mayor profundidad otros aspectos de la realidad.

Por desgracia, ha hecho falta una trágica pandemia para que el mundo de la ciencia se enfoque mayoritariamente en investigar sobre ella con intención de solucionar el enorme problema que nos causa y comprenderla lo mejor posible. Gracias a ello, se están realizando interesantes descubrimientos sobre el virus y el sistema inmunitario, e incluso sobre el mejor manejo de situaciones clínicas que, en mi humilde opinión, ayudarán a comprender y resolver mejor otros problemas sanitarios y biomédicos con los que, sin duda, la humanidad deberá enfrentarse en el futuro.

Deseo hoy intentar explicar una de esas recientes aportaciones. Se trata de la determinación de una nueva medida que permite conseguir un cierto grado de predicción sobre la evolución clínica de cada paciente de COVID-19. Este parámetro se ha denominado la puntuación de Dublín-Boston.

Esta puntuación se consigue determinando los niveles de dos interleucinas (también llamadas citocinas) en la sangre, la IL-6 y la IL-10, y calculando su relación. Cuanto más elevada sea esta, peor es el pronóstico de evolución de la enfermedad y más probable es que el paciente tenga que ser ingresado en cuidados intensivos y necesite ventilación mecánica. Conocer esto con suficiente antelación es importante para tomar las medidas necesarias encaminadas a atender adecuadamente a todos los pacientes.

Muy bien, pero ¿qué son las interleucinas o citocinas y en particular qué hacen la IL-6 y la IL-10 y por qué su relación es importante?

Para entender la función de estas moléculas es necesario tener en cuenta que la mayoría de las células del sistema inmunitario no detectan jamás de manera directa a los enemigos que intentan invadir al organismo. La información de que una infección está en curso es proporcionada a los linfocitos productores de anticuerpos o a los responsables de la inmunidad celular, en general, mediante moléculas de interleucinas. Estas son producidas, en una primera fase, por células del llamado sistema inmune innato que sí detectan de manera directa a los microorganismos.

Una vez un linfocito ha detectado una interleucina, puede a su vez producir otras para avisar de la infección aún a otro tipo de células inmunitarias. De este modo, varias citocinas producidas por varios tipos de células coordinan la respuesta que debe darse a un microrganismo invasor, cuya naturaleza (virus, bacteria, hongo…) solo es determinada de manera directa por células del sistema inmunitario innato, equipadas con moléculas detectoras de los diversos tipos de microrganismos.

Entre la 6 y la 10

Al principio de la respuesta inmunitaria, se producen citocinas que favorecen la inflamación y la activación del sistema inmunitario. Es adecuado que así sea, porque es necesario poner en marcha lo antes posible los mecanismos de defensa. Una de las citocinas más importantes en esta fase de activación de las defensas es la IL-6.

Los niveles de IL-6 en sangre aumentan de manera importante en los pacientes de COVID-19. Como tratamiento de esta enfermedad, se han empleado incluso anticuerpos contra esta citocina, no contra el virus. Con este tratamiento se pretende frenar una excesiva activación del sistema inmunitario que conduce a una tormenta de citocinas inflamatoria, la cual puede causar trombos y la muerte.

Afortunadamente, no todas las citocinas son inflamatorias y activadoras del sistema inmunitario. Algunas de ellas funcionan como freno de una excesiva activación, que causa los problemas mencionados. Una de estas citocinas es la IL-10. Esta citocina es producida, entre otras células, por los linfocitos T reguladores, cuya importantísima función es mantener unos niveles aceptables de activación inmunitaria. Estos deben ser eficaces, pero, al mismo tiempo, no deben causarnos un excesivo daño circulatorio.

Lo anterior indica que la relación entre las cantidades de IL-6 e IL-10 en la sangre debe contener información sobre el estado del sistema inmunitario. Si la IL-6 sigue aumentando día tras día y no sube al mismo tiempo la cantidad de IL-10, el sistema inmunitario se estaría disparando y conduciría a un estado grave en la enfermedad. Por el contrario, si la cantidad de IL-10 sube tanto o más que la de IL-6, esto indicaría que la infección está siendo vencida y que el organismo no necesita mantener al sistema inmunitario activado por más tiempo.

Investigadores de varios hospitales de Dublín y Boston decidieron por ello estudiar si la evolución de la relación entre la cantidad de IL-6 e IL-10 en sangre en pacientes de COVID-19 podía servir como indicador de la evolución de la enfermedad. Encuentran que, medidos cada cuatro días, la relación entre estos niveles puede servir de valor predictivo. Los científicos desarrollan una escala de cinco puntos en la que cada aumento de un punto incrementa algo más de cinco veces la probabilidad de que le enfermedad evolucione hacia un estado de gravedad.

La puntuación Dublín-Boston es fácil de medir en pacientes hospitalizados y puede ayudar a evaluar cuándo es necesario incrementar los cuidados y tratamientos aplicados a ellos, así como ayudar a determinar el éxito de estos tratamientos.

Posiblemente, el descubrimiento de esta nueva medida sobre el estado inflamatorio puede ser también útil en el manejo de pacientes de otras enfermedades víricas graves, ya que el sistema inmunitario funciona de manera similar para enfrentarse a infecciones por microrganismos de la misma clase. Es tal vez un ejemplo de lo que decía al principio: investigar para resolver un problema concreto puede ayudar a comprender y resolver otros problemas relacionados. Esperemos que la pandemia sea pronto vencida y que en esta lucha encontremos nuevos conocimientos y nuevas herramientas para hacer frente a los nuevos problemas que un día, sin la menor duda, surgirán.

Referencia: Oliver J McElvaney, et al. (2020). A linear prognostic score based on the ratio of interleukin-6 to interleukin-10 predicts outcomes in COVID-19.https://doi.org/10.1016/j.ebiom.2020.103026

 

Jorge Laborda, 31 de octubre de 2020

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