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domingo, 12 de julio de 2020

Un nuevo tipo de linfocito antialérgico


Aproximadamente el 25% de las personas sufre de algún tipo de alergia. Estas pueden ser leves o extremadamente peligrosas y llegar incluso a causar la muerte, como puede suceder en un ataque agudo de asma, o en un choque anafiláctico.

La alergia se produce por una reacción del sistema inmunitario frente a una sustancia del entorno que no debería ser identificada como peligrosa, pero que por una u otra razón lo es en algunas personas. A pesar de vivir en entornos muy similares y estar expuestos a las mismas sustancias, solo un conjunto de personas desarrolla alergias, pero otras no lo hacen. Esta situación es reminiscente de otra hoy muy conocida: algunas personas infectadas por el coronavirus sufren una grave enfermedad, mientras otras apenas sufren síntomas. Todo depende de cómo el sistema inmunitario reacciona frente a la misma amenaza en unas personas u otras.

El sistema inmunitario, para funcionar correctamente, necesita realizar varias funciones básicas. La primera de ellas es la de detectar información sobre la naturaleza de los enemigos que pretenden invadirnos. Esta información la captan diferentes tipos de células equipadas con diferentes proteínas detectoras, que reciben el nombre de receptores, porque son las proteínas receptoras de la información.

Diferentes células del sistema inmunitario cuentan con diferentes tipos de receptores. Las células del sistema inmunitario innato, con el que todos nacemos, vienen equipadas con receptores para detectar a todos los microorganismos o parásitos en general. Las células del sistema inmunitario adaptativo se generan durante el desarrollo y tras el nacimiento, y poseen receptores que detectarán ciertas características de microorganismos concretos, si nos encontramos con ellos a lo largo de la vida. Gracias a ambos tipos de células, el sistema inmune está muy bien equipado para detectar la información pertinente sobre los organismos que nos amenazan.

La segunda importante función que debe realizar el sistema inmune es la toma de decisiones sobre cuáles serán los mejores medios para defenderse y erradicar al organismo enemigo que haya sido detectado. La información captada sobre este es comunicada por diversos medios moleculares a las células adecuadas, o es utilizada para generar células especializadas en la lucha contra el tipo de amenaza detectada.

La tercera importante función del sistema inmunitario es la de poner en marcha los mecanismos de defensa adecuados. La generación de anticuerpos, por ejemplo, es uno de ellos, como también lo es el reclutamiento de las células adecuadas para luchar contra el organismo invasor al sitio por donde este ha intentado penetrar.

Todas estas funciones dependen, para desarrollarse correctamente, de una miríada de otros receptores, de moléculas y genes que se ponen en marcha en las células adecuadas. El sistema es tan complejo y depende de tantos factores que sería imposible que no cometiera algún error en la interpretación de la información captada y en las decisiones defensivas que debe tomar de acuerdo con esa información. Por desgracia, dependiendo en gran medida de las variantes de genes que se hayan heredado, hay personas cuyo sistema inmunitario está más predispuesto a cometer algunos errores, los cuales pueden conducir a enfermedades autoinmunitarias o al desarrollo de alergias.

50.000 linfocitos

Volviendo a estas últimas, como decíamos, no es conocido por qué algunas personas desarrollan alergias a una sustancia concreta y otras no, a pesar de que la sustancia pueda ser prácticamente ubicua y estar casi literalmente en todas partes. Una de estas sustancias siempre presentes es el polvo de ácaros, constituido por restos de los cuerpos de estos microscópicos arácnidos que comen y duermen con nosotros.

Para intentar averiguar cuáles pueden ser las razones de las diferencias en la susceptibilidad a la alergia entre las personas, investigadores del Instituto de Inmunología de la Jolla, en California, utilizan una de las técnicas más poderosas de la biología molecular. Esta técnica permite analizar los genes que se encuentran funcionando en células individuales y compararlos entre sí.

Los investigadores consiguen analizar así los genes que se encuentran funcionando en el tipo de células del sistema inmunitario más importante para el desarrollo de las alergias: los linfocitos T. Los científicos analizan poblaciones de 50.000 linfocitos T extraídas de tres grupos de pacientes con alergias o de personas sanas, y estudian los diferentes tipos de linfocitos T presentes en esas poblaciones. Los tres grupos de personas alérgicas comprenden personas con asma alérgica y alergia al polvo de ácaros, personas con alergia al polvo de ácaros, pero que no tienen asma, y personas que tienen asma, pero no tienen alergia al polvo de ácaros.

La “personalidad” de las células del organismo depende del conjunto de genes que estas tienen funcionando. Los científicos averiguan así que las personas con asma y alérgicas a los ácaros poseen un exceso de un tipo ya conocido de linfocitos, llamado TH2-IL-9. Estos linfocitos producen elevadas cantidades de la citocina IL-9, que estimula las reacciones alérgicas.

Sin embargo, las personas no alérgicas poseen mayor cantidad de un nuevo tipo de linfocito T con una “personalidad” no identificada hasta ahora, es decir, con un conjunto particular de genes en actividad no identificado anteriormente. Este nuevo tipo de linfocito T produce elevadas cantidades de la citocina llamada TRAIL, que puede inducir la muerte de ciertas células, entre las que se sospecha pueden encontrarse los linfocitos del tipo anterior, los TH2-IL-9. De esta forma, la producción de estos nuevos linfocitos TRAIL protegería del desarrollo de las alergias.

Estos nuevos descubrimientos suponen un progreso importante en la comprensión del sistema inmunitario y de las reacciones alérgicas, aunque siguen sin ser conocidas con precisión las razones que conducen al desarrollo de uno u otro tipo de linfocito T. Estos nuevos avances hacen posible considerar nuevas estrategias terapéuticas para el tratamiento de las alergias que intenten bloquear la actividad de la citocina IL-9 y que potencien la actividad de la citocina TRAIL. Son buenas noticias para los miles de millones de personas alérgicas en el mundo.

Referencia: Seumois et al., Sci. Immunol. 5, eaba6087 (2020) 12 June 2020.

Jorge Laborda, 12 de julio de 2020

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