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domingo, 4 de noviembre de 2012

¿Por qué nueve meses?




La duración de la gestación humana sigue siendo un misterio

Recuerdo que cuando, por fin, me enteré de que los niños no vienen de París, le pregunté a mi madre: ¿por qué los niños crecen nueve meses en la tripa y no solo dos como los perritos? La respuesta fue la ya conocida qué-cosas-pregunta este-niño y así-es-la-vida. Mi madre, como tantas otras, no tenía la menor idea.
Afortunadamente, la ciencia intenta encontrar explicaciones para los hechos de la vida basándose en evidencias y no en creencias o en una simple aceptación de las cosas porque sí. Por ello, las respuestas científicas no son siempre definitivas; son analizadas de nuevo si nueva evidencia desmiente o contradice la anterior.
¿Cómo explica la ciencia la duración de la gestación humana? Comparado con otras especies, el recién nacido humano es muy frágil e inmaduro y necesita de un cuidado materno más exigente y duradero que el que requieren otros primates evolutivamente próximos, como el chimpancé o el gorila. ¿Por qué nuestra gestación no es más larga?
Hasta el momento, la razón más aceptada es que si los bebés nacieran más desarrollados, su cabeza no cabría por el canal pélvico materno. Por otra parte, se cree que la pelvis no puede ser mayor de lo que es sin afectar a la locomoción bípeda de la madre. Esta hipótesis se ha denominado “el dilema obstétrico”.

Cabeza y pelvis
En efecto, se trata de un dilema evolutivo. En su evolución, la especie humana ha desarrollado el bipedalismo, beneficioso para su supervivencia. Puesto que esto requiere de pelvis no muy grandes, durante la evolución se alcanzó un compromiso: la pelvis no disminuyó más de tamaño porque esto conllevaría el nacimiento de bebés con cabezas menores y aún más inmaduros, lo que comprometería sus probabilidades de supervivencia. El tamaño de la pelvis materna y de la cabeza de los recién nacidos ha alcanzado, por consiguiente, un equilibrio óptimo para nuestra supervivencia.
Hasta aquí la explicación parece muy razonable y basada en razones evolutivas de cierto peso. No obstante, la ciencia, además de explicar por qué, necesita explicar cómo suceden las cosas. Los procesos biológicos suceden siempre basados en mecanismos moleculares, y nadie sabe qué mecanismo molecular podría informar al cuerpo de la mujer embarazada que la cabeza del feto ha crecido hasta justo el tamaño máximo posible para permitirle atravesar su canal pélvico, por lo que es ya necesario desencadenar el complejo proceso del parto.
A este problema se unen otros. Un examen comparativo de los tiempos de gestación de las especies de simios superiores indica que nuestra gestación no es más corta de lo normal, lo que sería de esperar al nacer en un estado más inmaduro. Si tenemos en cuenta la talla corporal de cada especie y calculamos con ella un tiempo de gestación normalizado resulta que la gestación humana es la segunda de mayor duración tras la del orangután, y 37 días más larga que las gestaciones de chimpancés y gorilas.
Por otro lado, es cierto que el cerebro de un recién nacido humano supone solo el 30% del tamaño del cerebro adulto, mientras que el del chimpancé supone el 40%, pero la talla de un cerebro humano adulto es cerca de cuatro veces la talla del cerebro del chimpancé, por lo que, a pesar de su estado inmaduro, el tamaño del cerebro de un recién nacido humano es muy superior al del chimpancé recién nacido. Esto requiere un gran aporte de energía y nutrientes por parte de la madre durante la gestación.

Metabolismo y embarazo
Con estos problemas en mente, investigadores del Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad de Rhode Island, USA, analizaron si razones diferentes de las anatómicas podrían explicar mejor la duración de nuestra gestación. Los resultados de sus estudios han sido publicados en la revista de la Academia Nacional de Ciencias estadounidense, PNAS.
Sus estudios indican que para nacer con un cerebro un 40% de la talla del adulto (aunque esto alargara la gestación hasta los 20 meses) la pelvis tendría que ensancharse solo unos 3 cm, longitud en el rango de variación normal del tamaño de la pelvis femenina. No parece que esto sea un obstáculo insuperable.
Es pues necesaria otra explicación que el mero tamaño del canal pélvico para explicar la duración de la gestación humana. Los investigadores sugieren que la explicación reside en las necesidades metabólicas durante el embarazo. Es conocido que, como máximo, el cuerpo humano solo puede gastar energía a una velocidad 2,5 veces superior a la velocidad en reposo. Lo mismo sucede con el cuerpo de una mujer gestante. El crecimiento fetal aumenta la velocidad de gasto metabólico, pero esta no puede aumentar indefinidamente. Cuando el feto es tan grande que el metabolismo de la madre no puede sustentarlo, es hora de que salga al exterior, o morirá de hambre.
Aunque esta hipótesis no invalida la anterior, presenta varias ventajas. La primera es que es fácil imaginar mecanismos moleculares por los que, de acuerdo a las necesidades energéticas, el cuerpo de la madre sabría cuándo el feto ha alcanzado el tamaño adecuado para iniciar el parto. Además, añade un importante factor: su valor predictivo, muy importante en ciencia. De ser cierta, esta hipótesis permitiría predecir la duración de la gestación de una especie dada simplemente conociendo su tasa metabólica. Si las predicciones se revelaran ciertas, la hipótesis saldría muy reforzada.
Como es costumbre, habrá que esperar a nuevas investigaciones, pero no cabe duda de que, tarde o temprano, elucidaremos el que continúa siendo un misterio de nuestra biología.

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