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domingo, 21 de octubre de 2012

Evolución de la Longevidad Humana



La reducción de la mortalidad proviene de mejoras en los estándares de vida

Muchos estudios han demostrado la extraordinaria capacidad de los humanos para extender su propia longevidad. De hecho, se ha estimado que desde 1840 la esperanza de vida en los países desarrollados ha crecido a una tasa de tres meses por año, es decir, cada año transcurrido uno puede esperar vivir tres meses más que el anterior. Inaudito.
Las implicaciones sociales del incremento de la longevidad han sido bien estudiadas porque, confesémoslo, se trata de dinero. El problema económico que plantean las pensiones, la sanidad, etc., está íntimamente relacionado con la mayor esperanza de vida.
Sin embargo, este fenómeno tiene también ramificaciones puramente científicas que merecen ser estudiadas. Afecta, por ejemplo, a las teorías evolutivas de la longevidad. Este asunto ha sido abordado por investigadores de varios países, quienes publican sus resultados en la revista científica Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias de los EE.UU PNAS.
Los investigadores realizan interesantes comparaciones entre los perfiles de mortalidad en diferentes etapas evolutivas de nuestra especie, y también entre dichos perfiles y los perfiles de mortalidad de animales de laboratorio manipulados de diversas formas para alargarles la vida. Estas comparaciones revelan hechos sorprendentes.

LONGEVIDAD PLÁSTICA
Por ejemplo, al comparar los datos de mortalidad de algunos países desarrollados y los de tribus actuales de cazadores-recolectores, los investigadores revelan que un cazador-recolector de 65 años tiene una probabilidad de morir en el año del 5,3% (53 de cada mil morirán en un año). Sin embargo, solo 8 de cada mil japoneses mayores de 65 años morirán en un año.
Los investigadores revelan también que los perfiles de mortalidad de Japón y Suecia entre 1800 y 1900 son similares a los perfiles de mortalidad de los cazadores-recolectores occidentalizados, los cuales disfrutan de un acceso modesto a medicamentos y a subsidios alimenticios y que, por ello, disfrutan de mayor longevidad que la de los no occidentalizados. Estos datos indican que un incremento sustancial en la longevidad humana puede conseguirse con relativa facilidad, sin necesidad de acceso a sofisticadas infraestructuras sanitarias. Para vivir más y mejor, un cambio en el modo de vida es más importante que tener cerca un hospital.
Una de las revelaciones más sorprendentes del estudio es que el perfil de mortalidad de los cazadores-recolectores se encuentra más cercano al del chimpancé que al de las poblaciones de Japón y Suecia. Por ejemplo, hasta los 15 años de edad, la mortalidad de niños y adolescentes de tribus de cazadores-recolectores es 100 veces superior a la de los mencionados países, y sigue siendo 10 veces superior el resto de las edades. En contraste, la mortalidad de los chimpancés salvajes no llega a ser 10 veces superior a la de los cazadores-recolectores.
Curiosamente, la mortalidad de las tribus de cazadores-recolectores es solo 5 veces superior a la de Suecia en 1900. Esto implica que la Suecia de 1900 tenía un perfil de mortalidad más similar al de los cazadores-recolectores de hoy que a los de la Suecia actual, tal ha sido la disminución de la mortalidad en poco más de un siglo. Estos datos apoyan la idea de que la mortalidad humana es muy plástica, es decir, puede ser fácilmente modificada por factores externos.

¿EVOLUCIÓN INSTANTÁNEA?

Cada curva representa el cociente entre las probabilidades
anuales de muerte con la edad. Se comparan los cazadores
recolectores con Suecia en los años 1900, 1950 y 2010
(en azul); los cazadores-recolectores con Japón en 2010
(en rojo); y los chimpancés salvajes con los
cazadores-recolectores (en negro).
Un concepto que puede darnos una idea de la magnitud de esta plasticidad es el de la probabilidad equivalente de muerte. Por ejemplo, un cazador-recolector de 30 años de edad tiene la misma probabilidad de morir que un japonés de 72. A esto se refiere la probabilidad equivalente. Si se realiza esta comparación a lo largo del tiempo, resulta de nuevo evidente lo reciente de estas diferencias, que solo empiezan a ser notables a partir de 1900. Es decir, en términos evolutivos, es prácticamente instantáneo. Se han tardado 6,6 millones de años en conseguir la divergencia de longevidad entre humanos y chimpancés, a la velocidad de una década más de vida cada 1,3 millones de años de evolución. Desde 1900, solo han hecho falta 30 años para aumentar la longevidad una década.
Los autores también comparan el incremento de longevidad de la especie humana con el conseguido con animales de laboratorio. Concluyen que este incremento es del mismo orden o incluso superior al conseguido mediante las diversas manipulaciones experimentales realizadas a los animales.
Así pues, el incremento de la longevidad en los países desarrollados ha sido muy reciente y muy rápido. El cambio ha sido, además enorme, superando en magnitud al cambio sucedido entre humanos y chimpancés a lo largo de toda su evolución, y siendo la magnitud de este cambio incluso superior a la obtenida mediante manipulaciones genéticas u hormonales a los animales de laboratorio.
Obviamente, este rápido cambio no puede ser debido a causas genéticas, ya que solo 4 de las alrededor de 8.000 generaciones humanas que han vivido hasta hoy lo han experimentado. Por consiguiente, estos estudios indican con claridad, de nuevo, que la reducción de la mortalidad proviene de mejoras en los estándares de vida: nutrición, educación, salud pública, medio ambiente, vivienda, etc. Dejo al lector que extraiga sus propias conclusiones sobre qué puede suceder si esos estándares disminuyen.

Por último, estos datos derraman serias dudas sobre las teorías genéticas de la longevidad, que mantienen que algunos genes beneficiosos para la reproducción durante la juventud resultan deletéreos luego y causan el envejecimiento. De ser así, no sería de esperar una longevidad tan plástica en la especie humana. Los estudios dejan en el aire la pregunta de cómo funciona esta plasticidad y por qué es posible. Esperemos no hacernos viejos antes de averiguarlo.

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